EPIFANÍA

Lenta y quedamente observaba la lluvia caer al otro lado de la vidrio, con personas insertadas entre las gotas, protegiéndose del agua con una insensata incapacidad para disfrutar de las pequeñas cosas.

Laura, sentar junto a mi, inclinaba su cabeza sobre un libro, creando una hermosa curva entre su espalda y su cuello, rematada por una cortina de fino pelo que caía sobre su pecho.

Mis dedos tambolireaban sobre la mesa del café, hasta entonces no me había dado cuenta. Pare mis dedos, los encogí unos segundos pero acabé retirando la mano. Sin saber que hacer con ella durante unos instantes, terminé depositando la en una caricia sobre su rodilla.

Mi vida no es lo que siempre quise ser, pero en momentos así me doy cuenta de que estaba equivocado.

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